Un escándalo en el
centro. La película La pasión de Cristo, de Mel Gibson, ha creado bastante
polémica, tanto dentro como fuera de la iglesia. Una objeción de los cristianos
es que la película no es equilibrada, ya que no presta la atención debida a la resurrección
de Jesús. Hay al menos una razón por la que no estoy
de acuerdo. Esto es porque, como señaló el teólogo
Alister McGrath, el enfoque hoy está principalmente en la resurrección, y la cruz ocupa el segundo lugar.
{1} Recuerdo que Carl
Henry, el fallecido teólogo, notó que en la década de 1980 el énfasis del evangelicalismo
se había desplazado de la justificación por la fe hacia la nueva vida. Hablamos
a menudo acerca de las diferencias positivas que el cristianismo puede hacer en
nuestras vidas gracias a la resurrección. Gibson nos ha forzado a centrarnos en
el sufrimiento y la muerte de Cristo. Y eso es algo bueno.
Antes de la fundación del mundo, se estableció
que la redención se lograría a través de la muerte de Jesús (Mateo 25:34;
Hechos 2:23; Hebreos 4:3; 1 Pedro 1:20; Apocalipsis 13:8). Pedro escribió que fuimos
“rescatados. . . con la preciosa sangre de Cristo” (1 Pedro 1:18, 19). Isaías
53:5 dice: “Él fue traspasado por nuestras rebeliones, y molido por nuestras iniquidades;
sobre él recayó el castigo, precio de nuestra paz, y gracias a sus heridas
fuimos sanados”. Pero, ¡qué forma de salvar el mundo! ¡Desafía el sentido común!
Desde el tiempo de Cristo, la crucifixión como la base de nuestra salvación ha
sido un problema importante. “El mensaje de la cruz es una locura para los que
se pierden” (1 Corintios 1:18a). Los griegos consideraban que la cruz era.
una necedad (literalmente “de imbéciles”), porque creían que la
verdad se descubría a través de la sabiduría o la razón.
Para los judíos era un escándalo, una piedra de tropiezo, porque no podían creer que Dios salvaría al hombre a través
de un hombre maldito. Pedían señales, pero, en cambio, obtuvieron un Mesías crucificado.
Para los judíos era un escándalo, una piedra de tropiezo, porque no podían creer que Dios salvaría al hombre a través
de un hombre maldito. Pedían señales, pero, en cambio, obtuvieron un Mesías crucificado.